Un ejemplo de publicidad engañosa puede ser las solapas y contracubiertas de los libros. Especialmente cuando los autodenominados expertos del siglo XXI de literatura son los medios de comunicación masivos que firman comentarios habitualmente exagerados que revelan intenciones puramente promocionales: “Hacer un libro subversivo parece, ahora, imposible y, pese a eso, el de Millet lo es. Después de Sade, se hubiera podido decir que nadie podía hacerlo mejor”.
Esta sentencia esta consignada en la solapa de “Celos” la reciente publicación de Catherine Millet, critica de arte de origen francés y directora de la revista mensual de arte contemporáneo Art Press. A pesar del tono un tanto desproporcionado del comentario, la conexión de su autora con el mundo del arte me animó a echarle un vistazo a su contracubierta con la intención de motivarme a adquirirlo, hecho que ocurrió tras leer la cita de Le Nouvel Observateur: “Escrito en una lengua muy hermosa, cuya claridad elegancia y matices evocan en algunos pasajes Las cartas de amor a la monja portuguesa o Las relaciones peligrosas. Celos explora de manera harto original una enfermedad intemporal y universal”.
Inmediatamente hice la fila, compré el libro y mientras leía el renglón que daba inicio a la narrativa, sentía mi entusiasmo aumentar con la idea de que Pierre Chordelos de Laclos había reencarnado en una mujer contemporánea, esta vez curadora y crítica de arte llamada Catherine Millet. A continuación, la reflexión pos lectura: Celos no esta lejos de ser la sofisticada literatura del escritor y militar dieciochesco. Para derrota de la autora y pesar del lector, Celos y las Amistades Peligrosas son coordenadas diametralmente opuestas; son antípodas en el mundo de la Literatura.
Lo de Millet es un libro colmado de alardes expresados en un lenguaje lleno de tropiezos y convencionalismos y reflexiones banales que Millet considera trascendentales para los lectores –su estrategia es convencer al lector, con tono de sobreestimación personal, del gran contenido intelectual incluido en sus páginas. Celos, además de tener pinta de ser un mecanismo compensatorio a una situación de inferioridad, es básicamente un cuerpo de más de 200 hojas pesadas de pretensión.
Ahora, luego de haber leído su libro me pregunto si es realmente necesario utilizar calificativos rimbombantes para referirse a una obra literaria y asegurar su venta arriesgándose a que el lector descifre, no siempre con mucha dificultad, que la tendencia a la grandilocuencia no es más que la glamurosa trampa del juego comercial al que imprudentemente le apuestan las editoriales en el afán de asegurar la salida de su mercancía de los mostradores. En Celos, hasta Mario Vargas Llosa participa en la feria del elogio: “Un libro inteligente y valeroso”. ¿Pero quién dijo que el valor era suficiente para hacer buena literatura?
Wednesday, 24 March 2010
ESCRIBIR CON VALOR, ESCRIBIR CON TALENTO Sobre La otra vida de Catherine Millet.
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Francesca Bellini
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